"Calladita no te ves más bonita"
FACTOR SOCIAL
Selene Felix Rivas
El acoso sexual en los transportes públicos a causa del machismo. Ha ocasionado que la sociedad femenina tenga terror, incomodidad y en muchas ocasiones deba tomar alguna precaución al subir a este tipo de transporte. Mayormente este tipo de problema sucede cuando este medio de movilización está lleno o alguna persona del género masculino sube a este transporte y se exhibe delante de la mujer sin pudor. Hace algún tiempo el caso del acoso no era un tema muy escuchado en la sociedad por el hecho de que las víctimas temían denunciar ya sea por vergüenza o por miedo a ser juzgadas por los demás en una sociedad machista. Si bien es cierto, hoy en día, el porcentaje de desigualdad de género ha disminuido, aún existe un gran porcentaje de personas que siguen luchando por la igualdad de género.
El problema de desigualdad hacia la mujer es por su físico, raza, clase, edad o hasta incluso por sus costumbres o mentalidades. A continuación, en el siguiente texto presentaré los factores sociales.
El acoso sexual comenzó a tener más consideración cuando las víctimas comenzaron a manifestar sus denuncias sin miedo a ser juzgas. A raíz de los estudio de la PUCP en el 2013, sobre el acoso callejero, recién el 26/03/2015 se aprobó la ley Nº 30314 LEY PARA PREVENIR Y SANCIONAR EL ACOSO SEXUAL EN ESPACIO PÚBLICOS. Esta ley aplica para acoso verbal o físico y afecte directamente a su integridad y libre tránsito, con solo una penalidad de 4 años de penalidad y una multa de 4.800 soles. A pesar de que ya salió esta ley, en un estudio realizado por la PUCP en el 2018, afirmaron que de 32 casos de denuncias de acoso de los cuales solo 19 fueron procesos disciplinados, y 13 no quisieron formalizar su denuncia. Por otro lado también hay una gran cantidad de denuncias, para ser exactos 23 denuncias, entre alumnos, docentes, egresados y asistente, denuncias. Sin embargo, actualmente en el Perú existe una gran falta de consideración al acoso como delito, ya que en muchos casos es por la ausencia de pruebas de la agresión.
En el Perú existen leyes acerca del acoso sexual callejero, laboral y en la familia, pero sin embargo aún no es muy considerado como violencia de género. Y es por esto que cada día el porcentaje de violencia intrafamiliar crece cada día, y esto genera que la sociedad se vuelva más violenta. Por ejemplo, en el caso de que en un hogar haya un padre violento, agreda física, verbal, y psicológicamente a la madre, frente a su niño, este niño crece con la mentalidad de agresor, no necesariamente todos, pero sí en la mayoría de casos observamos este tipo de situación. Y por esta razón cada día la población femenina sube con miedo a un transporte público, temor a ser agredida físicamente, a ser tocada sin su consentimiento y pronto se volverá una sociedad violenta e insegura.
En este último tiempo la tasa de mortalidad de una mujer por agresión física, suicidio a causa de tocamiento sin consentimiento o en la mayor parte por violación ha aumentado en un 65% en violaciones en general y violencia y en un 70% en violaciones en menores de edad y acoso.
Respecto a este tema, INEI, en el último censo realizado, indicó que existe una cantidad mayor en los sitios rurales y más transitados en el Perú.
En el país actualmente existen organizaciones para ayudar a la mujer, donde la ayudan a que supere el problema que en algún momento de su vida pudo ser difícil para ella, a lograr que tengan las fuerzas necesarias para poder salir a delante y denunciar, sin tener miedo al que dirá de la gente.
En conclusión, observamos el acoso callejero en el país es un tema recientemente más hablado que solucionado.
Se ve claramente que las mujeres somos puntos de miradas lascivias donde quiera que vayamos.
FACTOR SOCIOECONÓMICO
Meyling Diaz Sulca
Les explicaré del factor socioeconómico del machismo, pero antes de empezar con el tema, les mencionaré un caso muy importante y relevante que ocurrió hace algunos años atrás, el cual nos ayudará a poder introducirnos en el tema.
El caso es del cantante Chris Brown, quien agredió físicamente a la cantante Rihanna (expareja del cantante), y no solo a ella, sino también a sus otras exparejas, las cuales lo denunciaron. Este hombre presenta denuncias por maltrato físico, verbal y violación. Pero lo peor de este caso no es esto, sino que las denuncias que se presentaron no hayan avanzado, nunca ha ido a la cárcel y como él bien dijo nunca irá, porque lo aman. Y por si esto les parece poco, Chris Brown presenta el apoyo de los cantantes Justin Bieber, Dj Balvin, Jay Park, Dinah Jane, Kanye West y Sean Kingston, los cuales son muy reconocidos mundialmente. Esto es una gran falta de respeto hacia las mujeres. ¿Cómo es posible que permitamos que cantantes nos laven el cerebro y nos hagan creer que esto es “normal”? Todos sabemos que este tipo de situaciones no son normales, pero como somos marionetas de la sociedad, creemos en que todo esto es normal. Esto no es adecuado y tampoco es lo correcto; el hecho de que lo diga un “famoso” no hace que sea cierto y mucho menos que sea lo correcto. Este es un tipo de machismo; es muy sutil, porque nadie se da cuenta. Pero, así como existe este tipo de machismo tan disimulado y que pasa desapercibido, también hay otros tipos de machismos como el micromachismo, que probablemente no sabías de su existencia e incluso quizá lo has vivido, pero no lo notaste.
Un hecho socioeconómico que determina la violencia doméstica es el micromachismo, pero antes de abordar el tema de los micromachismos, empezaré dándoles una breve introducción de la violencia doméstica.
La violencia doméstica es cuando una persona trata de controlar, manipular y ejercer poder o control sobre su pareja poniendo como excusa su relación sentimental. Existen diferentes tipos de abuso como el físico, emocional, sexual o financiero. En la mayoría de los casos, los maltratadores son varones y las víctimas, mujeres. Cualquier mujer, en cualquier tipo de hogar, puede verse afectada por la violencia doméstica y sobre todo en su hogar.
Y es aquí donde explicaremos el micromachismo; este es un tipo de violencia hacia la mujer, pero lo que diferencia a este de los otros es que es un tipo de violencia verbal y se da en el hogar. Las palabras o frases micromachistas a veces suelen ser muy sutiles, ya que la mujer ni siquiera nota que la están agrediendo, y esto ocurre por el hecho de que Perú es una sociedad machista y es muy común ver que un hombre golpee o menosprecie a una mujer. Algunos ejemplos de micromachismos son: “los niños no llevan el pelo largo”, “las mujeres no juegan fútbol”, “las mujeres deben cocinar y los hombres no”, “las mujeres deben cuidar a sus hijos y limpiar la casa”, “solo los hombres pueden trabajar”, “las mujeres no pueden jugar cartas, porque no son tan inteligentes como los hombres”.
Un caso de micromachismo sería cuando una persona es famosa, pero su marido también. Por ejemplo, cuando la prensa se refiere a Silvia Abril mencionarán a su marido porque es conocido, lo mismo que pasa con Ana Pastor y Almudena Grandes. A veces llegan al límite de presentarlas como “la pareja de” antes que utilizar cualquier mérito profesional. Y le quita valor a la mujer, y el trabajo arduo para ser una persona reconocida e importante en esta sociedad tan machista. (María T. 2016)
Aspecto social y cultural de violencia doméstica:
La violencia intrafamiliar es un problema de salud física y mental que aqueja a la sociedad en la actualidad. El índice de mujeres que fallecen a manos de sus convivientes ha crecido en el país. Los factores determinantes para que este tipo de problema se dé, dependen de la cultura y los patrones de crianza que las mujeres tienen desde la etapa de la infancia y el ambiente en el que se desarrollan. Las razones por las que las mujeres se ven obligadas a soportar este tipo de maltrato pueden ser por el temor que adquieren hacia su pareja, por los hijos o por factores económicos; sin embargo, al vivir bajo estas situaciones también están exponiendo su vida y la de sus hijos y predisponiendo a que estos estén propensos a desarrollar actitudes similares a la de sus padres, volviéndose este un problema trasmitido de generación en generación. Determinar los factores socioculturales que influyen en mujeres víctimas de violencia intrafamiliar será indispensable para la intervención desde el trabajo social. Se ha considerado como objeto de estudio a mujeres que acuden a los centros de apoyo a la mujer en el cantón Cuenca provincial del Azuay.
Estudios realizados por la OPS (Organización Panamericana de la Salud) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), en el 2000, se identifica a diez países latinoamericanos entre los cuales figuran: Belice, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y Perú, establecen que la mayoría de los actos de violencia contra la mujer se dan debido al ambiente en el que se desarrollan. (Illescas M., Tapia J. & Flores E., 2018)
Y en la actualidad la reciente percepción que se tiene de la violencia doméstica y contra la mujer es una de las violaciones más extendida, persistente y devastadora hacia los Derechos Humanos en el mundo. Supone un gran impedimento para la observación de los derechos humanos de la mujer, y también es una consecución hacia la Agenda 2030 que trata del Desarrollo Sostenible. Esta violencia se produce en todo el mundo y afecta a todas las generaciones, nacionalidades, comunidades y esferas de nuestras sociedades con independencia de la edad, la etnia, la discapacidad u otros aspectos. La igualdad de género y el empoderamiento de la mujer es un elemento esencial de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y resultan cruciales para su consecución.
La Unión Europea y las Naciones Unidas se han comprometido a una nueva iniciativa global y plurianual orientada a eliminar todas las formas de violencia contra la mujer, la Iniciativa se llama Spotlight. Esta se llama así, porque se enfoca en la atención a los derechos humanos de la mujer poniéndola como el centro de atención y convirtiéndola en el centro de todos los esfuerzos encaminados a hacer realidad la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El nombre nos recuerda que, a menudo, la violencia tiene lugar en la oscuridad, se niega o se oculta y no puede sobrevivir a plena luz. También pone de relieve la importancia de invertir; esto hace visible la decisión y el compromiso de la UE y las Naciones Unidas por lograr esta gran meta trazada.
Existe una gran falta de valoración y respeto hacia la mujer en la sociedad y esto no solo ocurre en Perú se da en todo el mundo, por diferentes razones como la cultural, étnica, educativa, la falta de valores, etc.
Pero antes de tratar el tema de la poca valoración hacia la mujer, les explicaré de los derechos humanos, ya que la falta de educación en el hogar, la falta de valores, la falta de respeto genera y crea personas machistas las cuales no respetan los derechos humanos de los demás.
Los derechos humanos de la mujer hacen referencia a la distinción de los derechos que se reconocen o se concede a la mujer en diferentes sociedades del mundo. Mientras que en algunos lugares estos derechos están institucionalizados o respaldado por leyes, costumbres y el comportamiento social, en otras zonas no se realiza el mismo trato, llegando a reprimir, ignorar o incluso negar los derechos admitidos a la mujer.
Ya que expliqué el tema de los derechos de la mujer y también mencioné el machismo. Ahora les explicaré del machismo un aspecto muy común en nuestra sociedad y que poco a poco ha ido perdiendo la gran importancia que se merece, a pesar de que a diario vemos en las noticias casos de mujeres maltratadas, violadas y hasta asesinadas.
El machismo es un tipo de violencia. No debe ser necesariamente física para llamarlo violencia. Todo aquello que te lastime sea verbalmente, físicamente o hasta psicológicamente es violencia, lo que nos lastima nunca será “bueno” y mucho menos podremos decir que es “normal”. Este se genera por personas que no recibieron una buena educación y valoración a sí mismos en casa; si bien la escuela nos enseña muchas cosas, es en el hogar donde empezamos aprender, y tanto las mujeres como los hombres somos machistas. Está en nosotros poder cambiar esta situación tan grave que vivimos en nuestra sociedad.
Actualmente el machismo es menor que hace 70 años, ya que las mujeres ahora trabajamos y tenemos derechos al igual que los hombres, pero aún existe y es por eso que se presentan demasiados feminicidios, acosos, violaciones y poca valoración hacia la mujer. A pesar de que la mujer ha luchado por más de 300 años por conseguir su aceptación en la sociedad no lo consiguió aún; si bien es cierto que tenemos derechos y se conoce la igualdad de género, aún permanece una cultura machista, que no respeta y que pasa por encima, ya que no le brindan la importancia debida. El machismo se genera de diferentes maneras. Una de ellas es los “piropos” que para todos es “normal” y algunas mujeres lo ven como algo “lindo” o “tierno”, pero no lo es. A mi parecer los piropos son actos machistas despreciables, repugnantes y abominables que tenemos que soportar las mujeres. Este acto se ha vuelto tan común que las mujeres no se percatan que les están faltando el respeto y este acto no debe ser permitido, pero vivimos en una sociedad machista que normaliza los actos violentos o monstruosos y dejamos pasar por alto este tipo de violencia verbal tan desagradable. La mujer no debería pedir ser respetada, la mujer debe ser respetada por el simple hecho de ser una persona.
En esta imagen podemos observar que las personas machistas son como monstruos y que la mujer es como una pequeña niña, que sin darse cuenta es humillada y lastimada por estos monstruos.
UNA SOCIEDAD PATRIARCAL
Grecia Bardales Caramutti
Ningún país puede aspirar a ser una sociedad plenamente democrática mientras persistan la desigualdad, la discriminación y la violencia contra las mujeres (Moctezuma, 2014). El Perú es un país que creció y se asentó como nación bajo un régimen machista. Desde años atrás, la mujer ha sido víctima de diversos casos en los que se ha visto vulnerada como persona relegándosele de asuntos significativos y minimizando toda participación que puedan ofrecer a la sociedad. No podemos negar que se han patentado grandes avances en este tópico, los cuales han permitido configurar una sociedad en donde las tradiciones sociales y las prácticas retrógradas han ido desapareciendo. Sin embargo, la equidad e igualdad de género siguen viéndose como una gran aspiración o como un objetivo inalcanzable y los casos de violencia no desaparecen.
“La expresión más condenable de la desigualdad de género es, sin duda, la violencia contra las mujeres. Este tipo de violencia es un hecho estructural e histórico en nuestro país que está presente en todos los ámbitos de la vida de las mujeres […]” (Castro y Riquer, 2012)
Abordando más en el tema de las restricciones que se le han conferido a la mujer tanto “en la política, en el mercado de trabajo; se suman las violencias de tipo físico, sexual o psicológico […]” (Ibídem, 2012) que perjudican e infravaloran sus derechos, sin dejar atrás los constantes casos de violencia familiar y tocamientos o comentarios sexualizados que se dan en la vía pública; las condiciones de trabajo y salario; educación; servicios de salud; seguridad y pobreza.
A continuación presentaré uno de los hechos planteados dentro del factor cultural, el cual es la desvalorización de la mujer en los distintos ámbitos sociales dentro de nuestro país.
Factores sociales, laborales, morales, religiosos, educacionales, etc., anclados indefectiblemente en una consideración machista del mundo, han relegado durante siglos a la mujer a un segundo, tercer, cuarto, o incluso planos inferiores, y la han hecho objeto, en el sentido literal de la palabra, de maltrato (Checa, 2010). Estas acciones se dan tanto en zonas privadas como públicas, siendo la última un foco muy accesible en donde se puede acontecer de manera fácil este tipo de delitos. Tocamientos indebidos, roces provocados, masturbación, piropos, comentarios machistas, son muchos ejemplos de violencia de género de los cuales al menos una de cada tres mujeres ha sufrido en el Perú. La igualdad de género implica que las necesidades de tanto hombres como mujeres sean tomados de manera equivalente, “es habitual que el deporte, como otras actividades sociales, refleje los problemas que afectan a toda la sociedad” (Dosal, 2017). Esta actividad podría a su vez considerarse como una vía para erradicar de manera progresiva las desigualdades y estereotipos formados a través de los años, permitiendo así un pensamiento más amplio inclinado al respeto y las practicas igualitarias.
La inequidad o desigualdad en el tratamiento de mujeres y hombres en las sociedades poseen profundas raíces históricas y reflejan los resultados de antiguas y modernas batallas por alcanzar estándares compatibles con la declaración universal sobre los derechos humanos. Por razones biológicas y sociales, la división familiar del trabajo asignó al sexo masculino la tarea de allegar bienes o ingresos para el sostenimiento familiar. […] A partir de ahí se gestan diferencias abismales en el estatus de hombres y mujeres. Y se inició también la larga lucha femenil por acceder a una igualdad que no acaba de llegar por entero (Mejía, 2017). Hoy en día, el estilo de vida es distinto, pero el trato sigue siendo el mismo. Si bien es cierto las diferencias entre hombres y mujeres son muchas y, en lo personal, considero imposible que una mujer pueda ser “igual” a un hombre pues existen factores muy notables que nos distinguen y nos hacen únicos y diferentes; pero el dilema radica en la continua existencia de discriminación y sobre todo a la poca importancia que se le da a los derechos que defienden la integridad de las personas, sobre todo de las mujeres. La ausencia de políticas correctivas y el bajo apoyo sostenible son una muestra más de lo insignificante que puede resultar la seguridad y bienestar de las personas dentro de la sociedad.
Asimismo, otro hecho correlativo sería las prácticas machistas en los medios de comunicación, que no necesariamente se producen de forma consciente pero afectan la vida de las mujeres en igual magnitud. Existen anuncios publicitarios, propagandas, artículos y documentos en los cuales se ha mostrado a la mujer como un objeto sexual o como un personaje que solo puede cumplir ciertos roles dentro de la familia y de la sociedad. Incluso dentro del trabajo “las mujeres que trabajan en la agencia son vistas como objetos sexuales. Las esposas de los publicistas, como floreros. Cada ascenso concedido a una mujer es interpretado como consecuencia de un favor sexual a su jefe” (Sordo, 2011). Se podría cambiar el sistema pero “a pesar de los esfuerzos, parece haber un consentimiento colectivo tácito en que en la ficción se sigan representando, produciendo y sustentando conductas sociales estereotipadas, como la división de género”. (Sordo, 2011).
Como conclusión exhorto a tomar conciencia y a iniciar una nueva búsqueda de igualdad, en la que todos participemos libremente y luchemos por conseguir un equilibrio y bienestar general dentro de la sociedad para cada uno de nosotros y, en específico, para las mujeres. Nadie puede permanecer indiferente ante el alarmante crecimiento de la trata y de la esclavitud sexual de las mujeres. No debemos cerrar los ojos cuando se sabe que la pobreza afecta más a las mujeres, especialmente a las indígenas y a las que viven en el campo. No es posible aceptar la simulación que en los partidos políticos se hace para eludir las cuotas de género que buscan mejorar la representación femenina en los ámbitos del poder. No se debe ignorar que la mujer padece en la actualidad situaciones de violencia y maltrato inaceptables en todos los ámbitos sociales, especialmente en su propio hogar (Moctezuma, 2013).
La mujer está sujeta a vivir en una sociedad sin libertad, en la que se siente esclava y minimizada.
LA PSICOLOGÍA DETRÁS DEL AGRESOR SEXUAL
Claudia Andrea Ortiz Cruz
El acoso sexual es una forma de violencia de género, la cual tiene sus raíces en la reconstrucción social, cultural e histórica de la supuesta superioridad del hombre hacia la mujer. (Aguilar & Orellana, 2006). La violencia de género es experimentada sobre todo por la mujer o la niña en razón de su sexo, violencia generada por su agresor que manifiesta ciertas características cuyo propósito es perjudicarla o degradarla de su derecho a decidir por sí misma, que logra su sometimiento físico y psicológico, tanto en el ámbito público como privado. (Gaborit, 2005). Se manifiesta en una frase ofensiva, una mirada lasciva o un toqueteo sexual. Son experiencias de todos los días cuando se trata de trasladarse a la escuela o al trabajo. “Sin embargo, el acoso sexual en lugares públicos es lamentable que sea un componente invisible de las interacciones cotidianas, pero que afecta las vidas de muchas personas y del que se habla muy poco. Se disfraza en halagos, con susurros al oído o confundiéndose en la multitud. A continuación, se explicarán los hechos que determinan el problema”. (Gaytan, 2007)
Una de las causas por la que se genera el acoso sexual en el transporte público es el hecho de que exista una educación machista en el hogar, que es parte del perfil psicológico en el agresor. Se evidencia una resistencia para comunicar sobre su infancia y familia, ya que el maltrato es una conducta aprendida en la niñez. El maltratador ha convivido con el maltrato en su infancia. Entonces esto da a entender que el maltrato se normalizó en la vida del agresor. También, vivenciaron maltrato de género entre sus padres, como las familias masculinizadas en las que se encuentran valores y creencias asociadas a la masculinidad que han podido ser representados mucho más positivamente y con mucha mayor libertad. Sin embargo, la feminidad, donde la mujer se ha encontrado con una mayor invisibilidad, por lo que ha podido ser con mayor facilidad el blanco de la violencia, tanto emocional como física; sin tener la posibilidad de la protesta ante el sufrimiento, por lo que se produce el maltrato familiar. Son masculinidades tóxicas porque han convivido una importante separación de roles. Es el caso de un padre serio, distante y trabajador, que era el que aportaba el dinero para la casa y pedía explicaciones de los gastos, cuando llegaba a la casa imponía el orden y el control. La madre constituye para el entrevistado la parte expresiva. Solía ser más cariñosa, aunque también menos valorada, era responsable de la casa, de los hijos y administraba el dinero de la unidad familiar, aunque bajo la estricta mirada del padre. El agresor en una investigación declara lo siguiente: “Mis padres apenas han discutido, se llevaban bien, sin agresiones. Mi padre era el que mandaba en la casa, le costaba soltar el dinero pero al final lo daba…”
“Mi padre para el dinero era bueno, pero como le costaba mucho ganarlo también le gustaba que no se gastara así por las buenas, era un poco duro para el dinero y a veces por eso venían algunas discusiones en la casa, pero pocas veces…” (Cabrera, 2010). Una educación machista produce que hasta el día de hoy siga existiendo un patriarcado y que cada vez sea más predominante.
Otra causa es la sociedad machista, la ausencia de reconocimiento de la mujer, lo que ha postergado su invisibilidad histórica. “La desigualdad cultural y social ha sido creada de manera artificial y en beneficio de los hombres y de su posición, y la violencia de género nace de ella, de la necesidad de imponerse, la desigualdad también necesita de la violencia. Sin ésta, no se habría podido mantener algo tan injusto y antinatural como la desigualdad, ya que, antes o después, la sociedad habría reaccionado. Pero la violencia ha actuado como un dique de contención capaz de separar y mantener la equidad aislada y en distinto nivel, sin los pilares rígidos de la violencia, la creación cultural del patriarcado habría terminado por ceder ante la presión del progreso y la evolución social”. (Lorente, 2007). El Instituto de la Mujer define la violencia de género como “un fenómeno social de múltiples y diferentes dimensiones. Es la expresión de un orden social basado en la desigualdad como consecuencia de la asignación de roles diferentes a los hombres y a las mujeres en función de su sexo y con un reconocimiento distinto y superior para lo masculino…” (Instituto de la Mujer 2000). Se manifiesta una violencia social “invisible”, que es capaz de crear la desigualdad con una apariencia de aceptación para quienes la sufren. Discrimina a las mujeres, que les impone demostrar a diario su capacidad. (López, 2013). Por ello, si no se erradica estas conductas, persistirá el problema indicado.
Las mujeres no vivimos en una sociedad; lo que hacemos es sobrevivir, ya que han generado poca estima hacia nosotras, poco valor, que solo nos usan como un objeto sexual, como si no tuviéramos sentimientos. Debemos “ganarnos” el derecho por lo menos a vivir, pero a vivir hechos miserables. Estamos en una sociedad machista, la cual permite, promueve, ve las consecuencias de la violencia de género y no hace nada al respecto. Es realmente indignante que por estos motivos surgen diversos problemas, uno de ellos es el acoso sexual, que se hace presente en diferentes lugares. Las mujeres nos sentimos más expuestas y vulnerables, saber que corremos peligro en la calle, en el transporte público etc. Se limitan a darnos “consejos" para que no atenten contra nuestra dignidad como si fuéramos nosotras el problema y no se dan cuenta que en la igualdad de género, en que el hombre aprenda la valoración, el reconocimiento y el respeto hacia la mujer se marcaría la diferencia y quizás exista un cambio en el país.